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Ramón Roig: Purificación formal

RAMÓN ROIG

MUCBE, octubre 2012,  -Benicarló- Castellón.

Purificación formal

Los límites activos’. Así se titula la exposición que el castellonense Ramón Roig presenta en el Mucbe de Benicarló. Una muestra que está compuesta por una serie de pinturas de gran formato, cómplices de la vida del artista en China, que presentan un proceso de síntesis que perfectamente podríamos considerar como una «purificación formal» de los motivos pictóricos tradicionales. Se trata de un trabajo muy personal sobre la identidad y la influencia de nuestra percepción a la hora de concebir y construir nuestro hábitat, así como también de identificar o reconocer un retrato a través de una serie de trazos, más bien esquemáticos.

Desde que en el 2006 Ramón se estableciera en Pekín su obra refleja, como no podía ser de otra manera, a la par que contempla y experimenta todo lo que le ofrece la historia y la tradición plástica de China. Por lo que no debe resultar extraño que su estilo pictórico se encuentre más próximo al de las caligrafías orientales. Con todo, el artista abandona, o más bien transforma la iconografía típica de occidente en líneas gestuales mucho más armónicas. «Me interesa desde hace muchos años la pintura china, sus escuelas, la simplicidad de la tinta, la pincelada, el papel y los conceptos que baraja. Dentro de sus géneros aparentemente triviales domina una noción de armonía e integración con la naturaleza que me atrae. La idea de vacío y sus múltiples tensiones con lo lleno», comenta el propio Roig. Es decir «menos es más», como él mismo afirma en sus pinturas «se llena una pintura vaciándola al mismo tiempo». Como podemos comprobar en la exposición de Benicarló, la obra de Ramón Roig se alimenta indiscutiblemente de la cultura oriental. Aunque en sus formas, la gran parte redondeadas, se conjuga a la perfección la riqueza de ambas culturas –la oriental y la occidental–. Sin duda, el artista impregna sus obras de improntas sutiles y, en consonancia, de una composición melódica que inunda sus lienzos.

cromatismo

En esta exposición en particular, podemos observar cómo Ramón Roig abandona la combinación cromática a la que nos tenía más acostumbrados: negros, blancos y rojos; por un paleta más cálida y suave de grises coloreados, blancos y amarillos pálidos –más cercanos a la arena o la piedra calcárea– del Mediterráneo. Podríamos considerar que, para este caso en concreto, la tela desnuda conforma el punto de arranque para el resto de las tonalidades pictóricas del cuadro. Así como observamos en el tratamiento de su estilo, una línea pura propia de la pintura con tinta ‘Sumi-e’, que le proporciona la capacidad de regular su intensidad, reconocer su tensión emotiva y definir su movimiento, formándose y constituyendo una forma de expresión en sí misma, independientemente de lo que represente, personifique, signifique o insinúe. Él mismo apunta al respecto que, «prefiero no manipular la capacidad imaginativa del observador. La obra debe ser abierta a las diversas conclusiones de aquel que se esfuerza por entenderlas». Por lo que su obra se corresponde e interrelaciona con los cinco sentidos.

paraíso onírico

Las imágenes que plasma el artista en el lienzo nos transportan a un paraíso onírico en el que podemos llegar a distinguir una serie de rasgos propios de nuestra cultura y cotidianeidad que extraordinariamente se entremezclan y se confunden con estructuras esquemáticas. La geometría es parte fundamental de su obra así como la abstracción que predomina en sus composiciones.

Dicho esto, su arte no pretende aferrarse a nada, se sostiene, flota y se mueve entre el deseo y esa elegancia típica del arte oriental, con la que renuncia a todo afán de apropiación. Las telas de Roig son un proceso en sí, un estado, un reflejo sin una referencia directa al mundo percibido visualmente, es decir, son paisajes contemplativos, propios del «yo» más íntimo del artista; en cuyo transcurso, el dibujo y el ‘collage’ juegan un papel fundamental. En sus obras podemos apreciar cómo el artista se sumerge en la búsqueda de nuevas experiencias estéticas, que le enriquezcan. Es decir, crea su propia realidad. Una realidad que bien podrían representar esos paisajes oníricos, cuya tensión formal procede del contraste entre los espacios vacíos y silenciosos y las configuraciones dotadas de forma, entre lo positivo y negativo, entre el azar y el orden, la libertad y el control, la realidad y la ficción.

En definitiva, sus obras son enigmáticas y misteriosas para la mayoría, ya que escapan de una explicación racional. Ramón Roig da rienda suelta a lo imprevisto, libera el lienzo a través de líneas que se guían por el azar y la aleatoriedad del gesto, rechazando de algún modo el control minucioso de la concepción pictórica tradicional. Su obra se concibe como autónoma que el espectador debe interpretar libremente. Dicho esto, su arte se caracteriza por una abstracción geométrica casi caligráfica, que reina en la tela con total libertad y que en conjunto produce una sensación de dinamismo y movimiento.

Tanto la fusión de las diferentes culturas –oriental y occidental– que conviven en sus lienzos, como las representaciones aparentemente iconográficas, otorgan a sus pinturas un equilibrio único, que brinda al visitante de un mundo repleto de sensaciones.

 

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