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Arancha Goyeneche: poder hipnótico

Color, composición, geometría y equilibrio son algunos de los adjetivos que nos vienen en mente cuando contemplamos la obra de la santanderina Arancha Goyeneche. Un trabajo vibrante, estrafalario (por qué no decirlo), gracias al colorido reflectante del que se sirve esta artista, concretamente de vinilo autoadhesivo, fluorescente que corta y pega a modo de collage, creando pacientemente preciosos mosaicos contemporáneos.

Goyeneche prefiere experimentar con los nuevos y modernos materiales que proporciona la industria en lugar de servirse de la típica y tradicional pintura al óleo; como bien señala el experto Carlos Giménez, “la pintura es ahora concebida y ejecutada como un campo abierto de experimentaciones y mutaciones articulado por un concepto de imagen pictórica, del que solo parecen formar parte indispensable desde un punto de vista técnico el color, una cierta composición de partes distintas y una quietud o por lo menos una estabilidad relativa del conjunto”. Es decir, priman las emociones primarias, los recuerdos, los sentidos que brotan de los reflejos pictóricos que construye Goyeneche. Atrás dejamos la idea del arte como mera ilusión puesto que de cada una de las obras emana una experiencia propia vivida por la artista.

neoplasticismo o de stijl

Su trabajo nos recuerda a movimientos como el neoplasticismo  o De Stijl, el vorticismo o el elementarismo de principios del siglo XIX en el que se precisa la reducción del arte a sus elementos básicos como la forma, el color y las líneas como en este caso en concreto. En estas corrientes es donde se desarrolla una fuerza intensa de lo que llamamos un arte simplificado y ordenado que impacta como una sacudida al espectador. Por tanto, podríamos decir que intenta, inconscientemente, renovar y despertar el espíritu de la sociedad con múltiples brillos y destellos para aunar el arte y la vida con un ritmo casi melódico, que provoca ante nosotros una sensación intrínseca de dinamismo. Genera movimiento a la par que ritmo.

Ya sea por la luz o por la técnica que emplea, sus cuadros resultan ágiles, vitales y frescos. Quizá sea porque Goyeneche añade con su técnica un efecto sorpresa embriagador que no deja indiferente. Se trata de un arte concreto e inusual.

En Cànem ofrece una serie de paisajes cotidianos transformados en resplandor azul, verde y amarillo que evocan al mar, el bosque o el campo, una visión única y singular que nace de la observación y de las propias vivencias. También presenta una de sus últimas y más destacadas obras, ‘Sticked Painting’, inspirada en el azulejo mudéjar que forra a “cuerda seca” los paneles de las paredes del  Palacio Pilatos de Sevilla. Compuesta por más de mil quinientas piezas distintas que corta y pega emulando el diseño del azulejo antiguo pero con un toque lumínico glamuroso acorde a nuestros días donde la geometría juega un papel importante. Acerca de esta pieza el también artista Juan Martínez Moro afirma que: “la alianza conjuntada de todos estos pequeños elementos subyugan por completo el campo visual en una hipertrófica, neo-pop y cuasi radiactiva experiencia capaz de desafiar a cualquier retina. Goyeneche ha creado un ambiente poderosamente dinámico, que se impone de manera absoluta al campo perceptivo del espectador para no darle respiro y, con ello, llevarle a una situación inédita de pérdida de referencias e, incluso, de éxtasis o inconsciencia visual.”

Arancha-Goyeneche-Sticked-Painting-I

Si por algo destaca la obra de Goyeneche es por su sincretismo, su textura y su óptica visual, especialmente trabajada hasta el punto de recordarnos al mítico arco iris y a los entrañables caleidoscopios. Juega con nuestra percepción a la hora de componer y crear efectos singulares. Ritmos y composiciones reflectantes, centelleantes y mágicas que rescatan la esencia misma del arte. Emoción, sentido y experiencia transformados en líneas, colores y brillo.

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