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Universo divino…

Original, divertida y delicada son algunas de las primeras impresiones que vienen a la mente cuando se está frente a uno de los trabajos de Nuria Torres (Barcelona, 1976). La artista se diplomó en Ingeniería antes de descubrir lo que acabaría siendo su gran pasión, la escultura, gracias a los estudios que realizó en la Escuela Llotja de Barcelona. Ya sea en piedra, porcelana o resina, modelando retratos o dando rienda suelta a su imaginación, Torres abre y plasma un mundo infinito, mágico y desconocido en cada una de sus piezas. Ella misma describe lo que supuso descubrir la escultura: “Esto es lo que quiero hacer: modelar y crear… […] Me gusta el arte figurativo en todas sus posibilidades, he tenido buenos maestros que me han enseñado a disfrutar y amar la escultura, a ser paciente, observar y a enamorarme de cada detalle…” Detalles que lleva hasta el extremo para manifestar y recrear historias que traspasen los límites característicos propios del material. Un material, mármol o porcelana, al que le confiere y dota de una delicadeza y belleza insuperable gracias a una técnica impecable. Pulidos y brillos que revelan unas transparencias y veladuras exquisitas, con pequeños toques de color denotando la maestría, el conocimiento y la ejecución tanto de la materia como de la técnica por parte de la artista.

Sus influencias provienen directamente de la escultura clásica, así como de las obras de los neoclasicistas que le inspiran esas formas limpias, puras y definidas de las que se sirve con la mayor majestuosidad y virtuosismo. Y es que la obra de Torres está repleta de referencias al pasado, puesto que para ella es imprescindible estudiarlo y aprenderlo para después interpretarlo desde un nuevo prisma. En su trabajo intenta reinterpretar el estilo clásico otorgándole un tratamiento totalmente novedoso, poniendo de relevancia que los estilos y las técnicas tradicionales pueden ser revisadas y actualizadas para crear una estética completamente contemporánea.

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Universo divino «La profanación» de Nuria Torres

Su estilo único y particular la convierten en una de las escultoras con mayor proyección internacional gracias a su peculiaridad y a su capacidad de sorprender. Prueba de ello es su pieza Universo Divino “La profanación”, perteneciente a una serie de esculturas cuya base de porcelana negra representa a “los divinos”, quienes a su vez sustentan la historia. En este caso, se inspira en la literatura gótica que surge en Inglaterra durante el último tercio del siglo XVIII, y que supondrá el inicio del Romanticismo. Historias que incluyen elementos sobrenaturales, fantasmales y terroríficos, que ponían en entredicho lo que era real y lo que no, en plena época de la Ilustración. En un periodo histórico donde el ser humano creía que era capaz de explicarlo todo mediante la razón, nacen una serie de seres sobrenaturales que no tenían cabida en el mundo racional: vampiros, fantasmas, monstruos… que reflejan temores y pasiones universales a través de conceptos contrapuestos y antagónicos como lo son la vida y la muerte.

            La pieza aquí presente bien podría haberse gestado en la mismísima villa Diodati, junto a los escritores Polidori, Lord Byron, Percy Shelley, Mary Shelley y Claire Clairmont durante el año sin verano de 1816 en Suiza… En ella se ven dos cabezas infantes de las que brota una fábula, en la que el conde Drácula se alza como único protagonista. La artista recrea en resina una escenografía perfecta en la que se observa un cementerio con una tumba profanada y al conde Drácula portando en brazos a una niña camino de un carruaje. Un cuento abierto, una historia gris de ambientación gótica/romántica, donde lo verdaderamente importante es el devenir, el transcurrir de la acción, dejando al espectador la tarea de imaginar cómo empieza y acaba dicho relato. La misma artista apunta que la infinitud de versiones que le brinda la historia en sí es lo que hace que la obra esté viva, y que los detalles sumamente cuidados, no hacen sino ayudarnos a sumergirnos en el cuento que crea en ellas: “Mis obras pueden tener más de una lectura, me gusta la idea de jugar con el espectador; lo que intento transmitir es un diálogo, mi objetivo que llegue algún mensaje que haga pensar, reflexionar o simplemente que haga reír pero que haya una reacción”. Con todo, Nuria Torres trabaja en sus piezas haciendo uso de los símbolos e iconos, reconocibles y familiares para la gran mayoría, de forma que el espectador se identifique y pueda interpretar su obra: globos, fantasmas, superhéroes, el conde Drácula… Sin duda, establece un diálogo entre la pieza y el visitante, generando así múltiples lecturas en cada una de sus obras.

 

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