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Yotta Kippe: Esencia reflejada…

YOTTA KIPPE

Galería Cànem, Mayo 2012, Castellón

“El rostro es la ultima trampa ética” sugería el filósofo francés Jacques Derrida. Aunque, me resulta más interesante y mucho más certero, hablar sobre la teoría del filósofo Emmanuel Lévinas y su concepto del ‘rostro’, puesto que se basa en el rostro del otro, que se convierte –simultáneamente e inevitablemente– “en la conexión entre los seres humanos.” Así pues, al entrar en la exposición ‘L’instant present’ de la alemana Yotta Kippe nos sumergimos en una reciprocidad constante, automáticamente nos adentramos en un juego de presencias en el que el reflejo del otro revierte sin poder evitarlo en uno mismo. Se establece, por tanto, esa conexión de la que habla Lévinas.

Cuando irrumpimos en el universo de Kippe descubrimos un sinfín de rostros –en un principio anónimos– que se repiten una y otra vez. ¿Qué querrán decirnos? Podemos llegar a considerarlos sueños, así como presencias supeditadas al mundo de la imaginación, incluyendo el mismísimo paraíso onírico. Los semblantes de la artista alemana se presentan misteriosos, inquietantes e intrigantes hasta el punto de llegar a hipnotizar. Es curioso que cuando el rostro del otro –en este caso concreto el de la propia artista– entra en nuestro mundo, se establece cierta conexión.  Es así como sus rostros se abstienen de la tan preciada y ansiada posesión.

En cierto modo, nos encontramos ante una exposición de retratos, pero unos retratos que en lugar de plasmar anatómicamente al ser humano captan la esencia del mismo. La artista nos niega el resto del cuerpo limitándonos, como a modo de censura, lo que no deja de turbar al público, con la ausencia corpórea. Se podría decir que Kippe lucha contra el hecho superficial de que ‘el rostro’ sea la identificación de cada uno. Asimismo, retoma y trabaja sobre aquello que en su día dijera Cicerón: “la cara es el espejo/reflejo del alma”, entendiéndola como centro del universo, como fuente de la vida…

En una época dominada por los ‘mass-media’, los cosméticos milagrosos, la cirugía estética, la ingeniería genética, etc., Yotta Kippe consigue transmitir la noción de retrato –como expresión del yo interior– a través de su obra. Por lo que intenta redefinir lo humano que, desgraciadamente, se ha ido perdiendo poco a poco en nuestra sociedad.

reflexiones

Esta exposición invita a reflexionar acerca de cómo una imagen o una foto vive siempre encerrada en un contexto; cuando el rostro, tiene significado por sí mismo, lejos del contexto físico y social. Como diría Lévinas “el rostro es significación y significación sin contexto”. La idea del rostro de Lévinas no consiste en la relación con cualquier cosa o persona, sino que posee sentido por sí mismo, es decir, tú eres tú.

Al respecto, el filósofo de origen lituano comenta que: “se puede decir que el rostro no es visto. Es  aquello que no puede ser poseído por un pensamiento, es el incontenible, te conduce más allá”. Como ocurre con la obra de Yotta Kippe, que no puede percibirse como el típico retrato enmarcado, más bien al contrario, libera el contorno físico –la envoltura– y dirige la mirada fuera de los límites y posesiones materiales.  Obviando lo corpóreo en favor de lo espiritual, es como si la alemana quisiera que todos fuéramos físicamente anónimos para que prevaleciera, sobre todas las cosas, la esencia más pura de lo humano.

La obra de ‘L’instant present’, envuelve al espectador en el universo propio de la artista, rodeado de un halo de misticismo, en el que uno se siente atrapado por el magnetismo que desprenden sus piezas. La obra de esta artista alemana es, sin duda, atrevida y peculiar. Trabaja tachando, blanqueando y borrando impresiones digitales sobre planchas de aluminio que acto seguido suele pintar o dibujar con grafito. Es como si ella misma jugara con el  anonimato, el secretismo y el recelo de su intimidad. Un juego que se origina cuando usa planchas de aluminio para sus impresiones, ya que es irremediable, detenerse ante una de sus obras y no reflejarse.  De nuevo, entra en escena la idea del ‘rostro del otro’ de Lévinas, gracias al vínculo que se origina entre el espectador y la artista en el momento de contemplar su obra. En definitiva, su trabajo es como una exploración constante, provocativa y exhaustiva del concepto de ‘lo humano’ a través de sí misma.

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